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viernes, 9 de septiembre de 2011

Si se derriten los polos... ¿se inundará el mundo?

Si se derritieran por completo los hielos polares -cosa que no va a ocurrir ni a largo ni a corto plazo (que sepamos)-, el nivel del mar subiría un máximo de 70 metros. En cambio, la fusión del hielo que está flotando -por ejemplo, el Polo Norte- no afectará al nivel del mar. A finales de este siglo, el nivel del mar puede subir entre 20 y 60 centímetros, sobre todo debido a la dilatación del agua del mar.



Manchas solares

Qué es un gen.

   Es la unidad de información más básica de lo que somos y de lo que hacemos. Luego, a esta información básica se le superponen muchas otras adquiridas. Los padres pasan a sus hijos muchos de sus rasgos distintivos por medio de los genes: todas nuestras características,  desde los rasgos más básicos, hasta los más pequeños detalles, están influenciados, en mayor i menor medida, por los rasgos que hemos heredado.
   Cuando hay dos genes diferentes correspondientes a un mismo carácter, uno procedente del padre y el otro de la madre, el que predomina se llama dominante y el otro recesivo. Una regla simple descubierta por Mendel  a mediados del siglo XIX, establece en términos de probabilidades cuándo aparecen en la descendencia los rasgos ligados a los genes dominantes o recesivos. Éste es el motivo por el dos hermanos, hijos de los mimos padres se parecen mucho en unas cosas y en otras poco o nada.



¿Por qué nos parecemos a nuestros padres?

   Parece fácil: porque la mitad de los genes proceden de la madre y la otra mitad del padre. ¿Y por qué a veces nos parecemos aún más a nuestros abuelos? Pues porque nuestros padres tenían, a su vez, la mitad de los genes de cada uno de sus progenitores. Los genes son, por así decir, los transmisores de los caracteres hereditarios.
   Sin embargo,  las cosas que aprendemos a lo largo de la vida no se las transmitimos a nuestra descendencia; no son genéticas.
   Por eso lo que somos depende de los caracteres heredados -los genes-, pero también de lo que aprendemos de manera continua desde que nacemos.
   Por eso somos únicos: es imposible que una y otra cosa se den por igual en dos personas.